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8 de marzo: ¿Cuál Marcha por la vida?

Se está moviendo con cada vez más fuerza en medios de comunicación y redes sociales la propuesta liderada por Antanas Mockus de hacer una “Marcha por la vida” este domingo 8 de marzo, fecha que coincide, nada más y nada menos que con el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras.

 

Según Mockus, esta iniciativa está ligada al contexto actual de los diálogos de paz entre el Gobierno Nacional y las insurgencias y es una manera de dejar de lado los odios y unirnos en torno a un valor sagrado como es el de la vida. Se dice además en la página web oficial de la propuesta que ven gratamente el hecho de que coincidan estas dos fechas, no porque se quiera opacar el significado que tiene el 8 de marzo sino porque incluso resulta como una forma de celebrar el hecho de que las mujeres seamos quienes presentamos menores índices de violencia contra otras personas. 

 

No se trata de oponernos a que la sociedad en su conjunto se movilice por la defensa de la vida, pero en la práctica, la opinión pública nacional no sólo se ha concentrado en hablar del valor abstracto de la vida (además porque no estamos problematizando esa forma de valorar la vida por la vida sin cuestionar que en este país la mayoría de personas que vive, lo hace en condiciones de pobreza extrema, violencia, falta de oportunidades y un largo etcétera) sino que se nos está olvidando por qué, desde hace décadas, en esa misma fecha se conmemora el día de las mujeres trabajadoras. 

 

Puede ser que la marcha por la vida no tenga la intención de restar importancia al significado del 8 de marzo, pero les hace falta mucho más que esa noble intención si de verdad tienen claro lo importante que es no olvidar nuestra historia de exclusión y lucha. 

 

Por esa razón, proponemos recordar algo de la historia de cientos de mujeres que han peleado por condiciones dignas de trabajo en Colombia:

 

A principios del Siglo XX, muchas mujeres, entre ellas,  artesanas, textileras, lavanderas, telefonistas,  y maestras protagonizaron una importante ola de protestas en distintos lugares del país. 

 

En las fábricas textileras, por ejemplo, el trabajo se desarrollaba en condiciones deplorables. Las jornadas eran extensas, sin pago de horas extra, las mujeres eran sancionadas y se les imponían multas sin que existieran normas claras al respecto; los castigos estaban dados simplemente por la voluntad de los capataces, quienes en numerosas ocasiones imponían cobros a aquellas que se resistían a ser abusadas sexualmente. También había multas cuando se ausentaban por enfermedad -independientemente de si presentaban la debida justificación médica-, cuando se averiaban las máquinas de trabajo o cuando llegaban tarde a trabajar. 

 

En 1922 estalló la primera gran huelga de mujeres en una fábrica de textiles en Bello, Antioquia. Más de 400 mujeres se resistieron a continuar trabajando mientras no se les garantizara una jornada de trabajo justa y el establecimiento de una regulación clara sobre el régimen de multas y sanciones que sustituyera el libre albedrío de los jefes y capataces.

 

Las mujeres que protagonizaron esta huelga también exigían que hubiera igualdad salarial puesto que ellas recibían entre $0.4 y $1.00 a la semana, mientras que los hombres por igual trabajo recibían entre $1.00 y $2.70 pesos. Betsabé Espinal fue una importante líder de esta huelga que se mantuvo durante 21 días y que culminó con la aceptación de sus peticiones por parte del dueño de la fábrica textilera. 

 

La huelga de la fábrica de Bello se convirtió en fuente de inspiración para muchas mujeres que trabajaban también en condiciones injustas y que protagonizarían durante las primeras décadas del Siglo XX, numerosas protestas tanto en fábricas textileras -principalmente en Antioquia-, como la huelga de telefonistas de la Bogotá Telephone Company (hoy ETB).

 

Mientras tanto, Juana Julia Guzmán en Montería, junto al anarquista Vicente Adamo, creaba el Centro de Emancipación Femenina y más adelante fundaría la Sociedad de Obreras de la Redención de la  Mujer de la que fue presidenta cuando tenía 27 años.

En esta sociedad se hablaba de temas como la independencia de los partidos políticos tradicionales y la importancia de la lucha conjunta de hombres y mujeres. A partir del trabajo que allí se realizaba, se construyó un hospital, una escuela obrera y una biblioteca popular en cuya fachada se puso una bandera con los tres ochos que simbolizaban las ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de sueño. Asimismo, en la sede de la sociedad había una imagen de una mujer planchando como símbolo de la labor incansable que recaía en las mujeres. El primero de mayo de 1920, las mujeres pertenecientes a esta sociedad salieron a las calles a reivindicar su lucha contra el machismo y a reclamar los principios de “libertad, igualdad y fraternidad”.

 

Aunque los espacios de participación política de las mujeres eran casi inexistentes en aquella época, las protestas que muchas de ellas protagonizaron representan un importante legado de lucha y las reivindicaciones que ellas tenían hace poco más de un siglo tienen absoluta vigencia hoy en día, cuando muchas -sino todas- las situaciones que impulsaron a esas mujeres a luchar, persisten.

 

De acuerdo con cifras del DANE, en Colombia el 57% de las mujeres que habitan en las ciudades dedica su tiempo al trabajo no remunerado y sólo el 43% restante al trabajo remunerado. En cambio, el 79% de los hombres se dedican a labores remuneradas mientras que apenas el 21% restante se dedica al trabajo no remunerado.

Por su parte, la Escuela Nacional Sindical señala que en promedio las mujeres perciben un salario inferior al de los hombres en un 22.9% y se sienten insatisfechas con sus trabajos debido a la exigente carga y la baja remuneración. Del total de mujeres que hay en Colombia, el 89.4% dedica al menos 7 horas  y media al día al trabajo no remunerado 

Además, mientras el 57.8% de los hombres desempleados se dedican al estudio, el 58.1% de las mujeres desempleadas destinan su tiempo a las labores domésticas. En Colombia se cuentan aproximadamente 4.5 millones de mujeres cabeza de familia, y por su parte  los hombres cabeza de familia no llegan a sumar medio millón. 

 

Frente a este panorama, es importante pensar en el 8 de marzo mucho más allá de desear un feliz día, o de regalar flores y chocolates. A esto además tenemos que sumar el no movilizarnos únicamente por el valor sagrado de ‘la vida por la vida’, pues no olvidamos las miles de formas en que las mujeres son tratadas injustamente y sin calidad de vida. 

 

Esta fecha, no debe consistir en sacar un repertorio de “cualidades femeninas” como la belleza, la delicadeza y el cuidado de otros/as pues todas esas características más que un listado de virtudes, son ideas que guardan una estrecha relación con la manera como se nos relega permanentemente en la sociedad a unos oficios y a un trabajo desigual. 

Hoy recordamos a todas las mujeres que han luchado y que luchan cada día y reivindicamos la vigencia de insistir en la transformación de las injustas condiciones a las que nos vemos sometidas. 

 

Este 8 de marzo no olvidamos ni a Betsabé, ni a Juana Julia ni a las miles de mujeres trabajadoras que todos los días se ven sometidas a condiciones de trabajo abusivas y esclavizantes. A las mujeres de las fábricas maquiladoras en Ciudad Juárez que exponen su vida diariamente y que son abusadas sexualmente y brutalmente asesinadas cada día y cuyos crímenes viven en la impunidad.  A las más de 140 mujeres que murieron calcinadas en una fábrica en Nueva York, luego de ser encerradas y que prendieran fuego al edificio como forma de contener su protesta por unas condiciones dignas de trabajo.

 

Este domingo nos movilizamos por el día de las mujeres trabajadoras e invitamos a que todos y todas nos sumemos a las 9am en la Cra. 7 con Cll 26 al plantón por la vida digna de las mujeres y que seamos muchas más las mujeres sin miedo que nos tomamos la ciudad.

 

Sobre el día de las mujeres trabajadoras

 

CILEP

2015- CILEP

 

Tejido Juvenil Nacional Transformando la Sociedad - TEJUNTAS

Congreso de los Pueblos

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